Gabriela Mistral y el impacto que generó en su obra sus años en el norte de Chile

  • Lucila Godoy Alcayaga vivió en Antofagasta entre 1911 a 1913, y Mario Bahamonde consta que en esa comuna comenzó a publicar sus primeros poemas como “Gabriela Mistraly”.

La mañana del miércoles 11 de enero de 1911 arribaba a las costas de Antofagasta, desembarcando por el ahora desaparecido Muelle Fiscal, una joven de 21 años que había sido invitada a la nortina ciudad a impartir clases en el entonces Liceo de Niñas (actual Marta Narea). Su nombre: Lucila Godoy Alcayaga.

Nacida en la localidad de Vicuña (Región de Coquimbo) en 1889, Godoy Alcayaga comenzó desde su infancia a escribir versos. A su vez, la joven inició su vida docente siendo profesora ayudante en 1904 en la escuela de Compañía Baja, en La Serena. En 1910 convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal Nº1 de Santiago y obtuvo el título de «profesora de Estado», con lo que pudo ejercer la docencia en el secundario.

Previo a su arribo al Norte Grande, la poetisa ejerció la profesión en el sur, específicamente en Traiguén, comuna cercana a Temuco.

Gabriela Mistral con su curso en el liceo de niñas de Antofagasta, 1912, 1913.
Gabriela Mistral con su curso en el liceo de niñas de Antofagasta, 1912, 1913.

Liceo de Niñas

Lucila Godoy llega a la ciudad a bordo del “Panamá”, pequeña nave que realizaba el periplo entre Valparaíso y Guayaquil (Ecuador). Comenzaba su vinculación con el Liceo de Niñas de Antofagasta, que era dirigido por su amiga Fidelia Valdés. La poetisa se desempeñó como inspectora y profesora de Castellano, compartiendo labores con sus pares, doctor Ismael Larraín Mancheño, Berta Rencoret Ovalle, Amelia Saavedra Almeida, Adelaida Fritis Calvo, Sara Mackenzie, Celia Castillo, Ramón Sánchez Iglesias y Elena Kasten.

Es en ese periodo donde la joven comienza a publicar sus primeros versos en El Mercurio de Antofagasta bajo el seudónimo que (salvo una pequeña modificación que realizaría a futuro) le haría reconocida a nivel mundial hasta nuestros días.

Al respecto, el investigador y exacadémico de la Universidad Católica del Norte (UCN), Isidro Morales Castillo, cuenta que “el entonces reportero y luego director de El Mercurio, Fernando Murillo Le Fort, la invitó a visitar el diario. Tres días después publicó su primer artículo como colaboradora. El escrito, titulado ‘Navegando’, recogía impresiones logradas durante el viaje en barco. El 1 de febrero publicó  ‘Las escuelas del bosque’, con velada crítica al sistema educacional chileno, que calificó de ‘atrasado y orientado hacia la mediocridad’. Un relevante aporte fue el cuento ‘El rival’, ocasión en que por primera vez usó el seudónimo de Gabriela Mistraly. Con ‘y’ final, como recalcó Mario Bahamonde en ‘Gabriela Mistral en Antofagasta. Años de forja y valentía’, aunque algunas veces igual utilizó su nombre verdadero”.

Muestra sobre natalicio de Gabriela Mistral en la Casa de la Cultura, Antofagasta, abril 2025.
Muestra sobre natalicio de Gabriela Mistral en la Casa de la Cultura, Antofagasta, abril 2025.

Amistades e influencias

Asimismo, para el investigador, el paso de la escritora por la ciudad no fue solo un mero punto de parada en su vida, sino que también cultivó amistad con notables personalidades que hoy son reconocidas como grandes hijos de la ciudad.

En este sentido, Morales cuenta que “su trabajo en el liceo fue efectuado con devoción, la pasión creadora de una literatura muy personal y una relación humana distinta con cada persona. Además, cultivó la amistad, entre otros, con el obispo Luis Silva Lezaeta y Zacarías Gómez, un importante comerciante español que dirigía a importantes instituciones sociales de la ciudad”.

Gabriela dejó la ciudad en 1913 para seguir con su trayectoria pedagógica en Los Andes. Pero este no fue un adiós definitivo. El 4 de septiembre de 1954, después de 16 años fuera de Chile y con el premio Nobel en sus manos, Lucila Godoy Alcayaga visitó brevemente la ciudad.

Al respecto Morales explica que para esa oportunidad “alumnos de establecimientos educacionales rindieron homenaje a la Premio Nobel de Literatura, quien regresaba al país después de cumplir labores consulares junto a su creación literaria. La actividad se cumplió en dependencias del puerto, ocasión en que, por causa de una enfermedad no precisada, no bajó a tierra, apreciando el acto desde el barco que la transportaba a la zona central del país. La última vez que Antofagasta recibió a Gabriela Mistral fue el 19 de enero de 1957, oportunidad en que el avión que transportaba sus restos hizo escala en Cerro Moreno, donde recibió el homenaje póstumo de autoridades y profesores”.

Escritorio y artículos usados por Mistral cuando fue inspectora del exliceo de niñas de Antofagasta.
Escritorio y artículos usados por Mistral cuando fue inspectora del exliceo de Niñas de Antofagasta.

El ex Liceo de Niñas (hoy “Marta Narea”) guarda un pequeño museo ubicado en su esquina de Uribe con Latorre, donde se conserva el mobiliario que utilizó la escritora en su paso por el establecimiento y también la documentación administrativa que dejó.

Al respecto, el director del establecimiento, Williams Butler Portales, señaló que “una de las primeras materias que enseñábamos en Castellano -ahora Lenguaje y Comunicación- es sobre los grandes poetas nacionales. Por ende, es un orgullo y una enorme satisfacción dirigir este establecimiento, donde Lucila Godoy Alcayaga ejerció como profesora e inspectora general, y luego obtuvo el Premio Nobel de Literatura y el Premio Nacional. Como amante de la poesía y el arte, hoy más que nunca necesitamos recordar y honrar a nuestros poetas, quienes han dejado una huella imborrable en nuestra sociedad”.

El tiempo que estuvo Gabriela Mistral en Antofagasta fue breve pero dejó una huella indeleble en su obra y desarrollo como escritora. La poetisa logró una conexión con la ciudad, sus habitantes y sobre todo, con los paisajes de nuestro Norte Grande calichero, los que impregnaron sus textos con una sensibilidad y visión única.

Hoy, al recorrer los pasillos del antiguo Liceo de Niñas donde Lucila Godoy Alcayaga ejerció la docencia, aún se puede sentir la presencia de esta poetisa que, sin estar con nosotros hace casi siete décadas, nos recuerda que el arte y la poesía tienen el poder de trascender el tiempo y dejar un legado.

El pequeño museo en el Liceo Marta Narea, en homenaje a nuestra Premio Nobel 👇


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