Rostro de un viejo mascarón de proa de buque inglés regresa a la región de Antofagasta

  • Se trata de un ornamento que fue parte del HMS Liffey, navío de guerra que terminó sus días como «buque habitación» para los obreros del salitre del puerto de Mejillones.

Tal vez pocos lo saben, pero en el fondo de la bahía de Mejillones descansan los restos de un barco de guerra inglés que fue construido a mediados del siglo XIX y entre sus labores estuvo escoltar al entonces príncipe Gales (posteriormente rey de Reino Unido) Eduardo VII, en 1868.

Se trata del navío HMS Liffey, nave que tras prestar una larga vida útil para su país fue dado de baja, sus cañones retirados y vendido a una compañía salitrera en Chile, quedando como “buque almacén” en Coquimbo para luego ser destinado a Mejillones.

Es en este último puerto donde la “chata Liffey” (como le decían los mejilloninos) vivió sus últimos años como residencia para trabajadores ingleses. En la década del 30 la vieja nave ya presentaba múltiples problemas estructurales, por lo que fue desguazada y lo que quedó de sus restos fueron hundidos en la bahía en 1937.

EL ROSTRO DEL LIFFEY

Muy a la usanza de los navíos europeos del siglo XIX, el HMS Liffey contaba con un bello mascarón de proa que asemejaba a una sirena. Esta estructura fue removida durante el desguace y de su paradero no se supo nada en décadas.

No obstante el rostro del mascarón (gran parte del cuerpo de madera se pudrió) ahora retorna a Mejillones para ser exhibida en el museo Raúl Mavrakis Morales, estando disponible para el público hasta mayo de 2026.

Según explicó el capitán de puerto de Mejillones, Carlos Gotuzzo, al diario La Estrella de Antofagasta “el Liffey estuvo anclado por más de 25 años en la bahía de Mejillones como pontón de habitabilidad para los trabajadores de las salitreras.

La cabeza del mascarón estuvo perdida por casi 80 años hasta que en 2013 fue donado al museo marítimo nacional, que se encuentra en Valparaíso”. En esa línea, Gotuzzo agrega que “hicimos la gestión con el director del museo marítimo nacional para que en este año en Mejillones, esta cabeza vuelva a estar expuesta a la ciudadanía después de 88 años de que el buque fuera desguazado”.

RELIQUIA

Tras el desguace, del HMS Liffey aparte de su mascarón, también se le retiró el timón, el cual en el año 1975 fue instalado como un elemento decorativo del jardín de la avenida Lyon en Santiago, pero con el tiempo fue retirado y su paradero hasta hoy es desconocido.

El ya mencionado mascarón mientras estuvo desaparecido fue buscado también por coleccionistas entre los que se encontraba el premio Nobel de literatura, Pablo Neruda, conocido por sus colecciones náuticas, y también por nuestro literato local, Andrés Sabella.

«CHATA LIFFEY»

Según explica el escritor y presidente del Consejo Patrimonial de Mejillones,  Wilfredo Santoro, este barco “fue comprado como pontón por la empresa Buchanan-Jones que lo trasladó a Mejillones. Aquí a los pontones le decían ‘chata’. El Liffey está vinculado profundamente con la identidad mejillonina. En primer término, porque de acuerdo al escritor boliviano Armando Chirveches, esta fue la casa flotante de la ‘rubiecita ojos verdemar’, personaje de su novela ‘A la vera del mar’ de 1926. El segundo motivo que hace de este mascarón de proa un objeto de culto fue el interés que despertó en Pablo Neruda. En uno de sus viajes a Antofagasta solicitó a su amigo, Andrés Sabella, que hiciera seguimiento de esta pieza. Nuestro máximo poeta nortino no tuvo éxito en la tarea. Finalmente el Liffey fue desguazado en 1937”. El pecio del buque aún se encuentra sumergido en la bahía.