A 150 años de la firma: el tratado que llevó a la Guerra del Pacífico

  • El 6 de agosto de 1874, Chile y Bolivia acordaron sus límites, generando la antesala de lo que fue la conflagración que decantó en un magno conflicto.

La mañana del jueves 6 de agosto de 1874, en la ciudad boliviana de Sucre, se firmaba un importante documento que definía los límites entre este país con su vecino meridional, Chile.

En dicha jornada, los altiplánicos celebraban el 49 aniversario de la declaratoria de su independencia. En paralelo a esta firma, en el entonces poblado minero boliviano de Caracoles (litoral de Antofagasta), se inauguraba su primera escuela de niñas y su primer templo parroquial.

Mariano Baptista diplomático boliviano que firmó el tratado de 1874
Mariano Baptista, diplomático boliviano.

En Sucre, el diplomático boliviano Mariano Baptista Caserta, un joven y destacado abogado de 42 años (quien para fines de ese siglo llegaría a la presidencia de su país), se aprestaba a firmar el tratado de límites con su homólogo aún más joven, de 32 años, Carlos Walker Martínez (quien en el futuro tuvo un rol activo en el derrocamiento del presidente de su país, José Manuel Balmaceda).

Ambos caballeros de pulcro frac, previo a la firma, discutían al calor de un par de puros generalidades como -por ejemplo- la gran bonanza que había significado para Bolivia el descubrimiento del mineral de plata de Caracoles cuatro años antes, en el entonces litoral boliviano de Antofagasta.

  • ”Hemos tenido suerte, ya lo sabe. El norte está lleno de riquezas”, dijo Baptista al diplomático chileno mientras aspiraba el humo de su puro.
  • ”Así es», retrucó Walker. “Han tenido suerte no solo de poseer aquellos territorios, sino también que chilenos como Santos Ossa y Díaz Gana los hayan descubierto”.

Baptista conocía la perspicacia de la respuesta. Este acuerdo próximo a firmar estaba lejos de ser la definición cordial de un límite para ambas naciones. Desde 1840 que las nacientes repúblicas venían disputando un terreno brumoso no definido en los mapas coloniales conocido sólo como el “despoblado de Atacama”.

La secretaria trajo bajo una carpeta de cuero el documento de 10 artículos que derogaba los acuerdos alcanzados en agosto de 1866, sustituyéndolos por otros. Luego de una escueta mirada, los diplomáticos tomaron sus plumas y firmaron el tratado. Ambos sabían que cumplieron con sus funciones, pero no estaban tranquilos.

Carlos Walker, diplomático chileno que firmó el tratado.
Carlos Walker, diplomático chileno que firmó el tratado.

Este tratado del 6 de agosto supondría un “cese al fuego” respecto a las reclamaciones diplomáticas sobre las explotaciones mineras en la zona. No obstante, el documento firmado fue la chispa que llevó cinco años después a la Guerra del Pacífico.

Términos

Muy en síntesis, entre 1820 (tras las guerras de independencia) a 1840, ninguna de las naciones firmantes “dieron bola”, a los territorios del “despoblado de Atacama”. Recién en 1842, bajo el gobierno chileno de Manuel Bulnes, se descubrió que la zona era rica en minerales.

Desde ese entonces hubo un constante tira y afloja entre Chile y Bolivia por definir un límite definitivo para la explotación de estas riquezas, dejando el paralelo 24 (entre Taltal y Mejillones) como una zona de explotación de beneficio mutuo en 1866. Pero este acuerdo terminó mal.

En 1874 se firmó un nuevo tratado de límites, definiendo en su artículo primero que “el paralelo del grado 24 desde el mar hasta la Cordillera de los Andes (…) es el límite entre las Repúblicas de Chile y Bolivia”.

No obstante, el tratado que ratificó la frontera del paralelo 24 estableció la engorrosa fórmula de repartir los tributos entre los paralelos 23° y 25°, con la condición de que los tributos a la exportación de minerales y contribuciones de personas, capitales y empresas chilenas en el lado boliviano, quedaran exentas de alza por un período de 25 años.

Este punto fue el que cinco años después fue usado por las autoridades chilenas para reclamar a Bolivia, entonces bajo el gobierno de Hilarión Daza, el súbito aumento de 10 centavos por quintal métrico a las exportaciones de salitre efectuadas por la Compañía de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta, lo cual incumplió el tratado suscrito por Baptista y Walker Martínez.

Pintura de la Guerra del Pacífico - Don Caliche, medio de comunicación pampino del norte de Chile

Guerra

Sobre las consecuencias de este tratado, el extinto historiador, Isaac Arce, en sus Narraciones Históricas de Antofagasta explica que “tal protocolo complementario fue suscrito en La Paz, por los representantes de ambas naciones, el 21 de julio de 1875 (…) con todo, y desconociendo las estipulaciones del convenio de 6 de agosto de 1874, el General D. Hilarión Daza, a la sazón Presidente de la República de Bolivia, el 23 de febrero de 1878, pretendió hacer efectiva una ley aprobada por la Asamblea Nacional (…) mediante la cual se impone una contribución de 10 centavos por cada quintal de salitre que exportara la Compañía Chilena de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta”.

Chile, al impugnar esta alza esgrimiendo el tratado de 1874 (y ante la amenaza de Bolivia de rematar las empresas chilenas en territorio boliviano) ocupó militarmente el litoral de Antofagasta en febrero de 1879, siendo este el “Casus belli” (motivo de guerra), que llevó a la Guerra del Pacífico, en donde Bolivia, a través de un tratado de alianza, arrastró al Perú.

Consecuencias

Para julio de 1883, tras la batalla de Huamachuco, Chile ya había ganado la guerra. Bolivia se había retirado militarmente tres años antes, tras la aplastante victoria de los meridionales en la cruenta batalla del Alto de la Alianza de mayo de 1880, dejando solos a sus aliados del Perú.

Bolivia perdió su litoral, y desde entonces la aspiración altiplánica de una salida al mar ha sido frecuente hasta el día de hoy.

Tratado de 1874 - Don Caliche

Respecto a este hecho, el historiador boliviano y miembro de la Sociedad de Historia y Geografía de Oruro, Maurice Cazorla Murillo, explica sobre este tratado que su intención “era la de reemplazar el tratado celebrado por Mariano Melgarejo de 1866; sin embargo, más que rectificarlo fue una ratificación de la voluntad de ambos países particularmente en la cuestión limítrofe (…) El motivo: la imposición del impuesto a los 10 centavos. Bolivia pasaba una terrible crisis por la falta de alimentos que producían los valles, el país se encontraba en bancarrota para afrontarla y por ello se tomó la decisión de fijar un impuesto de diez centavos por quintal de salitre en febrero de 1878. Sin embargo, frente a los argumentos de Chile y la amenaza de las embarcaciones militares en el puerto y a casi a un año de esta disposición, el gobierno la derogó, pero la noticia llegó tarde, el 14 de febrero las tropas chilenas ya habían ocupado el puerto boliviano de Antofagasta”.

Por lo anterior, agrega que “este tratado que estuvo vigente hasta el inicio de la guerra nos muestra la fragilidad con que se mantuvieron las relaciones y que cualquier momento podría vulnerarse (…) Al final esa fragilidad fue la que llevó a la guerra, si no hubiese sido este artículo del tratado como “casus belli”, estaría el tratado secreto con Perú. Sin embargo, el tratado definía los límites entre ambos estados ratificado por ley del Estado Boliviano del 12 de diciembre de 1874 del gobierno de Tomás Frías y también por el estado chileno. La ocupación de Antofagasta fue una violación también a este tratado en su primer artículo, Chile consideró que, si Bolivia no cumplía el artículo 4, pues todo el tratado quedaba sin efecto, sin embargo, la intención fue otra. La invasión del 14 de febrero solo pretendía desconocer la soberanía del litoral boliviano que Chile había reconocido por este tratado, el problema del impuesto era otro que al final quedó sin efecto, como dijimos, la noticia llegó tarde”.

Finalmente, el historiador detalla que “al final, la guerra involucró las acciones militares, la inclusión del Perú por el tratado de 1873 y por ende, la pérdida del territorio boliviano, con poblaciones vinculadas a nuestra historia y a nuestra identidad como Cobija, Calama, San Pedro de Atacama y también la nueva capital, Antofagasta, fundada en el gobierno de Melgarejo convertida en puerto mayor, desplazando la importancia del puerto colonial de Santa María Magdalena de Cobija.  Sin embargo, más allá de la guerra, queda la vinculación cultural y la relación del norte de Chile, algo que el tratado no previó, más fuerza tuvieron sus pobladores, que más allá de una bandera, está la presencia cultural y la influencia de nuestro país y la asimilación de las expresiones tradicionales y costumbristas. Celebrando 150 años de la suscripción de este tratado nos hace ver el pasado, dramático en algún momento, en la procura de restablecer nuestras relaciones”.


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