Oficina salitrera María Elena

La oficina salitrera de María Elena, en la Región de Antofagasta, en el norte de Chile, es un testimonio vivo de la historia y la cultura de la pampa salitrera, que durante más de un siglo fue el motor económico y social del norte del país. En este artículo de Don Caliche te contamos cómo nació, cómo se desarrolló y cómo se ha adaptado a los cambios del tiempo esta emblemática localidad.

María Elena se fundó en 1926, cuando la compañía estadounidense Guggenheim Brothers compró varias salitreras en el cantón El Toco, entre ellas la oficina Coya Norte, que cambió su nombre por el de la esposa de uno de los dueños. La empresa introdujo un sistema innovador de tratamiento del caliche, llamado Guggenheim, que permitía procesar grandes volúmenes de mineral de baja ley con mayor eficiencia y menor costo. Además, construyó un moderno campamento para albergar a los trabajadores y sus familias, con instalaciones eléctricas, sanitarias y recreativas.

Vida en la oficina María Elena

El diseño de la oficina tiene un trazado que emula las líneas de la bandera del Reino Unido, con cuatro lados mayores y cuatro lados menores. El área industrial se separa del área residencial, que se divide en un campamento norteamericano para jefes, técnicos y empleados, y un campamento obrero para hombres casados y solteros. En el centro del pueblo hay una plaza con una pérgola, rodeada de árboles. También hay una iglesia, una pulpería, un mercado, un teatro, una escuela, un club social, sindicatos, un hospital, un banco y un monumento al pampino chileno.

En 1930, María Elena tenía 9.000 habitantes, de los cuales 3.200 eran obreros. Era una de las salitreras más avanzadas tecnológicamente y más prósperas del desierto. Sin embargo, la crisis económica mundial y la competencia del salitre sintético afectaron duramente a la industria salitrera chilena, que entró en decadencia y provocó el cierre de muchas oficinas. María Elena logró sobrevivir gracias a su sistema Guggenheim y a la diversificación de sus productos.

En 1947 se construyó una planta de evaporación solar en Coya Sur, que producía nitrato de potasio y sodio. En 1965 se creó la Sociedad Química y Minera de Chile (SQM), que asumió el control de María Elena y otras salitreras. En 1971 se nacionalizó el salitre y se creó la Corporación del Salitre (Cosach), que administró María Elena hasta 1980. En 1983 se privatizó nuevamente el salitre y SQM recuperó la propiedad de María Elena.

Casi 20 años después, en 1999 se declaró Monumento Histórico al barrio cívico de María Elena, que incluye varios edificios emblemáticos. En 2007 un terremoto causó daños en algunas estructuras, que fueron reparadas gracias a un acuerdo entre SQM y el Gobierno Regional de Antofagasta. En 2009 se estableció un decreto que regula las intervenciones urbanas en María Elena, para resguardar su armonía arquitectónica y su identidad pampina.

Hoy en día, María Elena es la última salitrera activa del mundo, con una producción anual de más de 1 millón de toneladas de nitrato. Tiene alrededor de 7.600 habitantes, que mantienen vivas las tradiciones y costumbres de la pampa salitrera. Además, es un polo de desarrollo energético renovable, con proyectos eólicos y solares que aprovechan el potencial del desierto.

María Elena es una oficina salitrera única e irrepetible, que combina historia, cultura, tecnología y sustentabilidad. Es un ejemplo de adaptación, innovación y resiliencia en el árido y desafiante escenario del desierto de Atacama.


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