Mujeres en el mar: cómo Helen Lerner y otras pioneras rompieron barreras en la pesca deportiva en Tocopilla

  • En la década de 1940, este tipo de pesca estaba en su apogeo y el Puerto Salitrero fue uno de los mejores lugares a nivel mundial para desarrollar este deporte. De hecho, hubo varios récords y sucesos históricos, entre ellos el arribo de una comisión científica del Museo de Nueva York al Puerto Salitrero.

Eran los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Mientras Reino Unido armaba a sus barcos mercantes en febrero de 1940 y Alemania declaraba que todas las embarcaciones británicas eran objetivos militares, en esa misma fecha, pero al otro lado del mundo, se vivía una situación que mezclaría pesca, ciencia y mujeres.

Es verano en Chile, y en Tocopilla comienzan a circular noticias de que arribaría una comitiva de científicos y expertos estadounidenses, entre ellos Michael Lerner, un comerciante que dejó todo para dedicarse a la pesca deportiva (sólo con caña y lienza), obteniendo títulos y récords. Era una autoridad mundial en el tema.

Fotografía de un marlín capturado.

Los pescadores locales, curtidos por el sol y las largas jornadas en el mar, observan con curiosidad los preparativos en el muelle.

Entre los visitantes destacaría una figura: Helen Lerner, esposa de Michael, una mujer que desafiaría las convenciones de su época. En un mundo donde la pesca era territorio masculino, Helen demostraría que el océano no distingue géneros. Sus hazañas quedarían grabadas en los registros del American Museum of Natural History de Nueva York y también en la memoria de una ciudad que, hasta entonces, era conocida principalmente por exportar salitre.

La historia de esta expedición es también la historia de un encuentro entre la ciencia formal, representada por la prestigiosa curadora del museo, Francesca La Monte, y el conocimiento de los pescadores tocopillanos, quienes por generaciones habían navegado estas aguas en busca de albacoras. Es la crónica de cómo una pequeña ciudad portuaria se convirtió, casi de casualidad, en el epicentro mundial de la investigación sobre el pez espada y el marlín, y de cómo varias mujeres ayudaron a reescribir las reglas de un deporte dominado por hombres.

¿Por qué Tocopilla?

La albacora o pez espada es una especie pelágica y migratoria. En nuestro país se la encuentra desde Arica por el norte, hasta la región de Los Lagos, por el sur. Además, junto con los peces vela y los marlines, han sido protagonistas de la pesca deportiva.

De acuerdo con el libro “Swordfish: a biography of the ocean gladiator”, de Richard Ellis, la primera captura de pez espada con caña y carrete fue en 1913. Sin embargo, no fue hasta la década de 1930 cuando esta actividad vivió un auge, cuando conocidos escritores y pescadores comenzaron a contar sus aventuras, entre ellos Ernest Hemingway y Zane Grey.

El matrimonio Lerner en los instantes previos a poder capturar y subir el pez espada.
El matrimonio Lerner en los instantes previos a poder capturar y subir el pez espada.

Pocos años después, en 1940, se reconoce al Puerto Salitrero como el mejor lugar en el mundo para pescar grandes peces espada y el libro “Tocopilla es un paraíso para los pescadores: espectáculos, fama y archivo de la caza deportiva de la albacora (1933-1942)”, del historiador tocopillano Damir Galaz-Mandakovic, da cuenta de ello.

Llegada de la comisión

Como señalaba el diario La Nación el 29 de febrero de 1940, la expedición arribaría equipada con «los más modernos elementos de pesca» y «cámaras cinematográficas». No era para menos: la misión científica del American Museum of Natural History de Nueva York venía tras la pista de uno de los más grandes misterios del océano Pacífico: los hábitos migratorios y características biológicas del pez espada y el marlín.

La comisión llegó a Tocopilla la primera semana de mayo y estaba integrada por científicos, peritos fotográficos y camarógrafos encargados de registrar las misiones en altamar. En el equipo también estaba Michael Lerner y su esposa Helen, una figura que rompería los esquemas establecidos en un deporte dominado por la testosterona.

La presencia de Francesca La Monte, curadora del museo y fundadora de la International Game Fish Association, añadía el peso científico a la expedición. Cada mañana, en un laboratorio improvisado en Tocopilla, La Monte se dedicaba a disecar y estudiar los ejemplares capturados.

El récord femenino

Fue en estas aguas donde Helen Lerner demostró que la destreza en la pesca no era una cuestión de género. Con una precisión quirúrgica, capturó un pez espada de 570 libras (casi 260 kilos), una hazaña que por sí sola merecería un lugar en la historia de la pesca deportiva. Pero Helen no se detuvo. Junto a su esposo alcanzó la extraordinaria marca de veinte marlines cazados durante la expedición.

Su momento de gloria definitivo llegó con la captura de un marlín rayado de 182 kilos, estableciendo un récord mundial que quedaría registrado en las páginas de la revista Mecánica Popular en febrero de 1942.

Helen Lerner posa para la tradicional fotografía que ejemplifica el tamaño del pez espada.
Helen Lerner posa para la tradicional fotografía que ejemplifica el tamaño del pez espada. (Archivo: DMGF).

En un mundo donde las mujeres rara vez aparecían en las revistas deportivas, Helen Lerner se había ganado su lugar por derecho propio.

Hay que destacar que la participación de mujeres en la pesca deportiva en Tocopilla no se limitó a Helen. El libro destaca los logros de varias más que establecieron récords en la captura de albacoras. Por ejemplo, Sara Houston Chisholm, Mrs. Edward Lowe, Georgia Mc Coy y Rose Saul Montgomery, entre otras.

En una época donde la pesca deportiva era vista como un deporte masculino y de élite, la participación de mujeres y sus logros contribuyeron a romper barreras y a abrir nuevos caminos.

La científica Francesca La Monte, estudiando los ejemplares
La científica Francesca La Monte, estudiando los ejemplares

Legado científico

La expedición del American Museum of Natural History dejó un invaluable legado científico, con el estudio de 11 peces espada y 29 marlines rayados. Más significativo aún, a través de las contribuciones de Helen Lerner y Francesca La Monte, demostró que el mar, la ciencia y la pesca deportiva podían ser territorios de equidad.

«El litoral tocopillano, por sus condiciones oceanográficas y la abundancia de especies pelágicas, se convirtió en un laboratorio natural para la pesca deportiva y el estudio de grandes peces migratorios. Además, la presencia de investigadoras y deportistas en este contexto fue parte de un fenómeno mayor: la progresiva inclusión de las mujeres en esferas que les habían sido negadas. Más allá de los récords y hazañas, su participación en la pesca en Tocopilla contribuyó a reconfigurar las dinámicas de género en un espacio históricamente masculinizado, desafiando tanto los límites físicos como las barreras sociales de su tiempo”, expresa Galaz-Mandakovic.

Portada del Daily News donde se muestra que la pesca deportiva de peces espada era muy apreciada internacionalmente, no así en nuestro país.

El historiador agrega que durante dos semanas trabajó en los archivos de diarios de la Biblioteca Pública de Nueva York, donde rescató un sinnúmero de datos, fotos y videos, dejando patente que la pesca deportiva de albacoras y marlines era noticia a nivel internacional, sin embargo, despertaba poco interés en Chile.

El trabajo metódico de la expedición quedó inmortalizado en el documental «Monsters of the Deep» (1941), una pieza audiovisual de alto valor etnográfico que también retrata la rica escena de la vida marina tocopillana. Parte de este registro histórico puede verse en el canal de Youtube “Bahía Algodonales”, especialmente clips donde Helen Lerner, de 38 años, pescaba albacoras y marlines en las costas tocopillanas.

Quizás, entre los roqueríos de la costa del Puerto Salitrero, aún resuene el esfuerzo de las mujeres que se negaron a ser espectadoras de la hazaña de otros. Helen no solo pescó albacoras gigantes; también capturó prejuicios y los lanzó por la borda.


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